Una sucesión de asesinatos en serie entre personas acomodadas alerta a la unidad de víctimas especiales. El psiquiatra de la policía cree que el agresor es un sádico, las víctimas habrían puesto en duda su virilidad y, por ello buscó la sodomización para humillarles, el matarles sería un acto de poder. Tras varios días el asesino vuelve a matar utilizando el mismo modus operandi. Tras la declaración de una mujer comprueban que el agresor se mueve con un coche robado, pero además ahora ha tomado como trofeos vivientes a dos jóvenes. Según el psquiatra esto demuestra que su confianza ha cambiado.