En 1984, miles de africanos procedentes de 26 países afectados por el hambre terminan en campamentos en Sudán. En una iniciativa de Israel y los Estados Unidos, se realiza una misión para llevar a miles de Judios de Etiopía a Israel. Una madre cristiana obliga a su hijo de nueve años a declararse un Judio para salvarle de la hambruna y la muerte. El niño llega a la Tierra Santa, dice que es huérfano, y es adoptado por una familia francesa sefardí de Tel Aviv, aunque crece con el temor de que se descubra su doble secreto: ni es Judio ni es huérfano, sólo es negro. Descubrirá el amor, la cultura occidental, el judaísmo, pero también el racismo y la guerra en los territorios ocupados.