En un mundo donde el progreso tecnológico se concibe como una flecha hacia adelante, ¿por qué algunos se obstinan en seguir trabajando con esos equipos que otros llaman obsoletos? El pensamiento analógico responde a esa pregunta documentando el trabajo minucioso de quienes eligen ese camino. La pantalla se llena de objetos maravillosos: juguetes ópticos, cámaras, proyectores, latas de película, moviolas… Y los testimonios de estos creadores nos invitan a descubrir un universo que tiene mucho de oficio artesanal y otro tanto de experiencia colectiva; un pensar con las manos que solo es posible con curiosidad y paciencia. Y entre las palabras, las prácticas y los artefactos, El pensamiento analógico también les da lugar a las imágenes que nacen de todo eso. Y nos recuerda que, en esta era digital, todavía tienen mucho para enseñarnos sobre la espera y el error, la sorpresa y la belleza.